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Publicado en la revista ‘Cancer Discovery’

Descubren el talón de Aquiles del cáncer de próstata neuroendocrino

Investigadores de la facultad de medicina Weill Cornell de Nueva York (EE UU) han dirigido el estudio sobre el punto débil genético de un tipo agresivo de cáncer de próstata, una vulnerabilidad que puede tratarse con un medicamento específico que ya está siendo probado en ensayos clínicos para tratar otros tipos de cáncer. El estudio es el mayor análisis en profundidad realizado hasta la fecha del cáncer de próstata neuroendocrino.

Un nuevo medicamento experimental posee una respuesta espectacular en los modelos animales de cáncer de próstata neuroendocrino y supone el primer esbozo de una terapia humana efectiva para este cáncer mortal. Así se revela en la edición de hoy de la revista Cancer Discovery.
El estudio es el mayor análisis en profundidad del cáncer de próstata neuroendocrino realizado hasta la fecha. “Los descubrimientos son muy emocionantes porque identificamos un nuevo objetivo molecular para el que ahora existe un medicamento”, explica Mark A. Rubin, uno de los autores del trabajo y profesor de patología de la facultad de medicina Weill Cornell.
Los descubrimientos son especialmente importantes porque por el momento hay muchos hombres que reciben tratamiento con terapias de supresión androgénicas muy potentes y novedosas, lo que estos investigadores consideran que aumentará significativamente el riesgo de padecer futuros tumores neuroendocrinos.
Los andrógenos son el combustible que alimenta los adenocarcinomas de próstata, el tipo más común de este cáncer, y la terapia de supresión androgénica destruye las células cancerígenas que dependen de esta hormona. Los autores afirman que dicho tratamiento no afecta a las células neuroendocrinas que pueden haber sido parte del tumor mixto, por lo que estas células no tratables ahora tienen espacio para crecer y expandirse.
Para ello, los investigadores utilizaron un análisis secuencial de última generación para estudiar el transcriptoma (los mensajes de ARN que el tumor produce) de los tumores neuroendocrinos comparados con los adenocarcinomas de próstata.
“Existen pruebas que sugieren que la supresión androgénica deriva en un cáncer más agresivo en un número creciente de hombres y ahora, con este estudio, puede que estemos ante la forma de tratar a estos pacientes", apunta Himisha Beltran, investigador principal del estudio y oncólogo del Hospital Presbiteriano de Nueva York (EE UU).
Mientras que menos del 2% de los tumores de próstata en humanos se clasifican al principio como neuroendocrino, muchos adenocarcinomas de próstata cambian su biología durante la terapia hormonal y se transforman en este subtipo tan agresivo.
Aunque la mayoría de los 30.000 hombres que fallecen anualmente por cáncer de próstata avanzado habían sido tratados con terapia supresora, resulta imposible determinar cuántos de ellos desarrollaron tumores neuroendocrinos porque normalmente no se realizan biopsias a los pacientes en esa fase de la enfermedad. Los estudios para definir la cambiante biología del cáncer de próstata solo acaban de empezar.
Actuar antes de que avance el cáncer
Estudios anteriores concluyeron que la mayoría de los cánceres de próstata neuroendocrinos mostraban sobreexpresión significativa de los genes AURKA y MYCN y que el 40% de estos tumores también presentaban copias extras de estos genes.
Sorprendentemente, descubrieron también que un subconjunto más pequeño de adenocarcinomas de próstata también presentaba sobreexpresión de estos genes y que el 5% presentaba copias extra. “Esto podría representar a una población de alto riesgo que podría beneficiarse potencialmente del despistaje y la intervención precoz”, indica Beltran.
El gen AURKA produce Aurora A quinasa, que desempeña un papel importante en el crecimiento celular, y algunos estudios han sugerido que se trata de un oncogen. La sobreproducción de la proteína producida por el gen AURKA se ha identificado en el cáncer de colon, páncreas, mama, hígado, cabeza y cuello, así como en otros tipos de tumores.
Por otro lado, el gen MYCN codifica un factor de transcripción implicado en el desarrollo del sistema nervioso que actúa activando otros genes. Las alteraciones en el gen MYCN no se habían observado anteriormente en el cáncer de próstata.
Según Rubin, “en el cáncer de próstata neuroendocrino, las mutaciones de AURKA y MYCN necesitan actuar juntas para estimular la aparición del cáncer”. Este tipo de interacción mortal también ha sido descubierta en el neuroblastoma, un cáncer cerebral pediátrico. “Pero la buena noticia”, añade, “es que se han desarrollado inhibidores de aurora quinasa y que se están analizando en una serie de cánceres”.
Este estudio demostró que el inhibidor de la aurora quinasa PHA-739358 actuó contra las células prostáticas neuroendocrinas en el laboratorio y que tuvo una respuesta espectacular en los modelos animales de cáncer de próstata neuroendocrino. Reduce grandes tumores a un tamaño muy pequeño en muy poco tiempo, en comparación con los ratones sin tratar.
“No solo estamos ansiosos por analizar el medicamento en pacientes diagnosticados con cáncer de próstata neuroendocrino, sino que esperamos desarrollar biomarcadores que puedan ayudarnos a identificar pacientes con estas células antes de que avance el cáncer”, concluye Beltran.
Referencia bibliográfica:
Himisha Beltran, David S. Rickman, Kyung Park, Sung Suk Chae, Andrea Sboner, Theresa Y. MacDonald, Yuwei Wang, Karen L. Sheikh, Stéphane Terry, Scott T. Tagawa, Rajiv Dhir, Joel B. Nelson, Alexandre de la Taille, Yves Allory, Mark B. Gerstein, Sven Perner, Kenneth J. Pienta, Arul M. Chinnaiyan, Yuzhuo Wang, Colin C. Collins, Martin E. Gleave, Francesca Demichelis, David M. Nanus y Mark A. Rubin. “Molecular Characterization of Neuroendocrine Prostate Cancer and Identification of New Drug Targets”. Cancer Discovery November 2011 1:487-495; doi:10.1158/2159-8290.CD-11-0130
Los investigadores de Weill Cornell han contado en este estudio con colaboradores de la Universidad de Yale, la Universidad de British Columbia, la facultad de medicina de la Universidad de Pittsburgh, la Universidad de Michigan, el instituto médico Howard Hughes e INSERM, una institución de investigación biomédica de Francia.
Localización: Norteamérica
Fuente: SINC

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