"El desarrollo de la 4-HPR ha supuesto un gran avance, debido a su mayor efectividad respecto a su antecesor: es capaz de provocar la muerte de células tumorales como método para reducir su proliferación, de una manera limpia y sin grandes daños en el tejido circundante", ha señalado.Además, según ha subrayado "pone freno al mencionado síndrome del ácido retinoico y funciona incluso con células que se le resisten al AR". Los estudios 'in vitro' corroboran su efectividad como quimiopreventivo y también como quimioterapéutico, tanto en leucemias como en células tumorales de ovario, mama o cerebro.
Apraiz ha aplicado dicho derivado sintético a la leucemia linfoblástica aguda de células T (LLA-T). De este modo, ha determinado que entre los diferentes procesos que causan la muerte celular, en el caso de la 4-HPR destaca la apoptosis: un mecanismo limpio, sin procesos inflamatorios ni mayores daños en el tejido circundante.
LA RELACIÓN CAUSA-EFECTO NO ES DIRECTA
Según ha indicado Apraiz, estudios previos sobre las LLA-T realizados por su grupo de investigación mostraban que la 4-HPR provocaba la acumulación masiva de ceramidas --lípidos de la membrana celular-- y de especies reactivas de oxígenos (ROS), y que ambos hechos podían ser causantes de la muerte celular. Sin embargo, la tesis muestra que la relación causa-efecto no es tan directa. La investigadora ha podido comprobar que "no son las ceramidas las que se acumulan por el efecto de la 4-HPR, sino las dihidroceramidas, precursoras de aquellas". Apraiz ha explicado como "hasta hace poco se creía que eran biológicamente inactivas".
Por otra parte, la tesis concluye que su acumulación no causa la muerte celular, ya que ocurre igualmente en las células resistentes y en las sensibles a la 4-HPR. Si dicha acumulación fuera clave en la muerte celular, no se produciría de la misma manera en las células resistentes.
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