Científicos de Suecia han descubierto que la parte de ácido desoxirribonucleico (ADN) bacteriano que normalmente porta la resistencia a antibióticos posee la capacidad de transmitirse entre distintos tipos de bacteria y adaptarse a especies bacterianas muy distintas. Los descubrimientos, presentados en la revista Nature Communications, arrojan luz sobre cómo los plásmidos IncP-1 pueden aumentar la posibilidad de que se produzca una propagación de genes.
Los avances médicos proporcionan más y mejores tratamientos para aquellos que los necesitan, pero cada vez más bacterias presentan resistencia a los antibióticos más comunes. Por si fuera poco, algunas de ellas también están adquiriendo resistencia a todos los antibióticos disponibles en el mercado. Los expertos en la materia denominan a este problema «multirresistencia». Consideran que esta característica es una de las mayores amenazas para la salud pública.
La resistencia a antibióticos puede aparecer en bacterias tanto del organismo humano como del entorno y puede transferirse a las bacterias que provocan enfermedades humanas. Esto puede suceder con independencia de si las bacterias guardan relación entre sí.
Investigadores de la Universidad de Gotemburgo y la Universidad Tecnológica Chalmers indican que los plásmidos conjugativos, que contienen genes tra, realizan el proceso complejo de la conjugación, es decir, la transferencia de plásmidos de una a otra bacteria. Los plásmidos conjugativos forman parte del ADN bacteriano y los plásmidos sólo pueden existir y multiplicarse dentro de una célula. Estos plásmidos aprovechan la maquinaria celular y a continuación se trasladan a otra célula. De este modo la bacteria consigue propagarse.
El equipo realizó análisis avanzados de ADN para investigar plásmidos IncP-1, un grupo de genes portadores de resistencia a antibióticos. Determinaron el origen de varios plásmidos IncP-1 y su movilidad entre distintas especies de bacterias.
«Nuestros resultados muestran que los plásmidos del grupo IncP-1 han existido y se han adaptado a bacterias muy distintas», explica Peter Norberg del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Gotemburgo, autor principal del estudio. «También se han recombinado, lo que implica que un único plásmido puede considerarse como un intrincado rompecabezas de genes, de tal modo que cada uno se ha adaptado a distintas especies de bacterias.»
Esto no sólo es muestra de una adaptabilidad excepcional, sino que también sugiere que estos plásmidos pueden desplazarse y reproducirse con relativa facilidad entre especies de bacterias muy distintas.
En relación a la función del IncP-1, el profesor Malte Hermansson del Departamento de Biología Celular y Molecular de la Universidad de Gotemburgo indicó: «Los plásmidos IncP-1 son "vehículos" de enorme potencia para transportar genes de resistencia a antibióticos entre especies de bacterias. Por tanto no importa demasiado en qué entorno, parte del mundo o especie bacteriana surge la resistencia a antibióticos. Los genes de resistencia podrían desplazarse con facilidad de un entorno de desarrollo original a bacterias capaces de infectar a humanos mediante plásmidos IncP-1 u otros plásmidos con propiedades similares que ejercieran de "vehículos".
FUENTE: CORDIS: Servicio de Información en I+D
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