Un oncólogo médico, originario de Bariloche, Argentina, y egresado de la Universidad Nacional de la Plata, en Buenos Aires, es hoy miembro del equipo líder a nivel mundial en estudio e identificación de “blancos moleculares” para frenar el cáncer de seno.
El doctor Ricardo Hugo Álvarez es profesor e investigador del departamento de Oncología Médica en Cáncer de Seno en el Hospital MD Anderson, de la Universidad de Texas, el cual es considerado “la meca” de la investigación mundial de la lucha contra el cáncer.
A fines de los años 90, del siglo XX, nació en Estados Unidos una nueva manera de combatir el cáncer, llamada terapia de blancos moleculares. Este innovador enfoque consiste en identificar algunos “marcadores moleculares”, que son como banderas que señalan dónde se están realizando procesos importantes para la reproducción y crecimiento de las células malignas, e interrumpir esos trabajos bioquímicos para evitar el crecimiento del tumor.
El precursor de esa idea fue el doctor John Mendelsohn, quien dirigió el Hospital MD Anderson, en Houston, hasta mayo de este año. Hoy, los oncólogos médicos de ese hospital, entre los que se encuentra el doctor Álvarez, saben que para combatir un cáncer de seno no es suficiente con identificar un solo “blanco molecular”, por eso trabajan para buscar decenas de nuevos “blancos” dentro de un conjunto de cientos de mutaciones dañinas que desembocan en la muerte de 460 mil mujeres en todo el mundo.
“En los próximos cinco años vamos a tener una gran cantidad de blancos moleculares identificados y una gran cantidad de medicamentos nuevos”, explicó a Crónica el doctor Álvarez, durante una visita que realizaron al hospital MD Anderson 20 oncólogos mexicanos para un seminario de actualización organizado por el laboratorio suizo Roche y ese centro de salud de la Universidad de Texas.
Quimioterapias orales y terapias blanco. De una manera muy general y esquemática se puede decir que hay cuatro grandes conjuntos de herramientas para combatir el cáncer: la quimioterapia, que son sustancias que frenan el crecimiento de los tumores aniquilando a las células malignas; radioterapia, que son sesiones de radiación controlada para quemar algunos tumores cancerígenos; la cirugía, que consiste en extirpar los tejidos enfermos, y las terapias blanco, que atacan al cáncer interrumpiendo alguno de los procesos de reproducción o crecimiento de los tumores.
El doctor Álvarez es experto en un proceso que realizan los tumores cancerígenos y que se llama angiogénesis. Esto es la construcción lenta de arterias y vasos alrededor de un tumor para que las células malignas puedan atraer nutrientes y oxígeno y así se alimenten y crezcan.
Algunas de las llamadas terapias blanco sirven precisamente para frenar esta construcción de arterias llamada angiogénesis, como la llamada bevacitumab. Ricardo Álvarez ha estudiado ésta y otras moléculas que actúan sobre los blancos moleculares y ha publicado artículos en revistas especializadas como Cancer, Journal of Clinical Oncology y Cancer Biology & Therapy.
Además, también ha estudiado la efectividad y seguridad de quimioterapias orales contra cáncer de seno como Capecitabina, que hace casi una década se convirtió en la primera terapia no inyectada contra cáncer de mama.
— ¿Está mejorando la supervivencia de mujeres con cáncer de mama?
— Hoy en día los datos clínicos nos permiten ver que el cáncer de mama ha tenido avances en términos de reducción de la mortalidad y datos de estudios actuales nos muestran que la sobrevida de pacientes con cáncer de mama se ha mejorado considerablemente, a diferencia de otro tipo de cáncer, como el de pulmón donde en los últimos 10 ó 20 años no ha habido cambios.
En el cáncer de mama los grandes beneficios han sido por dos mecanismos: la detección precoz, con los programas tempranos de detección, y después con el desarrollo de nuevos medicamentos.
— ¿Cuáles son las preguntas que en este momento desea responder la comunidad de investigadores del Hospital MD Anderson, de la Universidad de Texas, en el tema de cáncer de mama?
— En lo que más estamos poniendo énfasis es en descubrir cuáles son los mecanismos por los que la célula normal se vuelve una célula cancerígena; en segundo lugar nos interesa saber cómo es que la quimioterapia puede destruir al cáncer y, número tres, cuáles son los mecanismos con los que la célula de cáncer se vuelve resistente a la quimioterapia. Ésas son las tres preguntas que más estamos pensando desde el punto de vista terapéutico.
“En lo que corresponde específicamente a mi área de trabajo, lo que nos interesa es encontrar y descubrir más subgrupos de cáncer porque el cáncer de mama no es uno solo, sino un grupo. Así podríamos abrir el espectro y descubrir nuevos subgrupos que se beneficiarían con nuevas drogas.
— ¿Qué cambio ha significado en la atención al paciente el contar con quimioterapias orales, como la Capecitabina?
— Antiguamente, toda la quimioterapia eran medicamentos que se administraban por las venas y el paciente sufría muchos efectos adversos. No sólo era ir a inyectarse al consultorio del oncólogo, sino la caída del cabello, las nauseas, los vómitos y un montón de problemas.
En la última década surgieron varias drogas. La Capecitabine fue la primera, que es para cáncer de seno, pero ahora hay otras para cáncer de próstata y una gran cantidad de drogas que se llaman tirosina-sinasas, que son pequeñas moléculas que se administran todas de manera oral. Yo creo que el beneficio de la terapia oral se ha demostrado, ha mejorado la calidad de vida. Cada nueva droga significa opciones y hoy en 2011 los pacientes tienen una gran cantidad de opciones comparado con lo que se tenía antes.
Fuente: La Cronica de hoy
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